Desde el punto de vista de la cruda realidad resulta dramático que nuestros pueblos estén “de moda” por la crisis sociodemográfica que sufren en lugar de por sus potencialidades y recursos.
Es lamentable que, casi las únicas noticias que dimanan aludan a lo que se llama brecha rural/urbana… a que se reclama tal o cual servicio, las que ponen de manifiesto sus carencias, dan cuenta de sus problemas…; Es decir, los vecinos rurales sólo se nombran en los medios nacionales porque se quejan, se lamentan, piden… y esto, lo sabemos por experiencia propia; porque, sólo una de cada 10 notas de prensa que se envía, se publica más allá de los medios digitales locales…. Si no hay dinero por delante, claro.
Sin embargo, de vez en cuando se puede leer reseñas escalofriantes en las que se da cuenta de forma puramente sensacionalista que el 90% de la población del país vive en el 30% del territorio y que el problema de esta desmesurada concentración, que deja despoblado al 70% del mapa, está agravado por un problema añadido: el aumento de la esperanza de vida que pronostica que, en el año 2033, de los más de 49 millones de habitantes que se calcula que habrá España, uno de cada cuatro tendrá 65 años o más (el 25,2% del total).
Paradójicamente, ese 10% de envejecidos habitantes de los pueblos de España debe conservar, rehabilitar y proteger el medio ambiente, salvaguardar el patrimonio cultural y etnográfico, producir alimentos, brindar sus tierras para la producción de energía renovables,… para que disponga de ello y disfrute el 90% restante; eso sí, teniendo que pagar impuestos como cualquier vecino de las ciudades y recibiendo a cambio unas prestaciones y servicios escasos, tener que conformarse con unas infraestructuras deficientes -porque “no es rentable la inversión en mejoras para cuatro gatos”- y, sobre todo, sin organizar conflictos ni hacerse notar porque “las tractoradas”, que en realidad a pocos les importa si es justa o no la reivindicación, sólo sirven para reforzar la absurda creencia de que todos los “rurales” son unos “rústicos” egocéntricos.
Pero, lo más triste es que, a esta sangría poblacional, tanto por emigración como por falta de natalicios (no podemos olvidar este otro factor de la ecuación ) y los problemas socioeconómicos que de ello se derivan, los oradores teóricos y retóricos, tratan de poner etiquetas “científicas”, hacer slogan rimbombantes o sublimar la situación y no precisamente en beneficio del mundo rural, sino más bien arrimando el ascua a su sardina para ponerse medallas de salvadores y poniendo de su parte el mínimo esfuerzo; es decir, sin dignarse siquiera a conocer la realidad in situ ni prestar atención a la población residente. Así, leemos y escuchamos “palabros” tan extravagantes como: Demotanasia, desierto demográfico, Laponia del Sur, etnocidio silencioso… la España biológicamente muerta, la España condenada a su inmediata extinción, Los últimos rurales, los postreros moradores, … sin duda, muy adecuados para titular un thriller.
Y si extrañas son las denominaciones, más rocambolescas son las componendas … porque, en este asunto, prima el “todo para el pueblo, pero sin el pueblo” junto a, como ya apuntamos, un desconocimiento total de las dimensiones, tan distintas y variadas, que alcanza el problema dependiendo de la individualidad de cada zona y eso que está considerado como “problema de Estado”.
Visto el panorama, quizá lo primordial sea hacer lo que desde hace ya 30 años vienen haciendo los GAL y sus antenas regionales y nacionales, es decir, bajarse a la arena del mundo rural que a cada uno nos ha tocado, tratar de dinamizarlo socioculturalmente, de fomentar su crecimiento económico, de velar por su medio ambiente,… para conocerlo a fondo y a partir de ahí, llegar a amarlo y a luchar a brazo partido en la medida de las posibilidades (siempre sobran ideas pero faltan fondos para acometerlas) siendo muy conscientes de las competencias asignadas que, en muchos casos limitan nuestros pasos (aunque más de una vez nos saltamos la barrera) para procurar un desarrollo, si no integral y pleno como nos gustaría, al menos coherente y afianzado… “dar pequeños pasos para la humanidad, pero grandes pasos para nuestras gentes”.
Pero, ante un problema tan acuciante, creciente, complejo,… (añádanse a la lista todos los calificativos sombríos que se nos ocurran porque tienen plena cabida), a veces, también nos preguntamos si habiendo tenido una formación específica para trabajar en este campo se podría haber conseguido mayores y/o mejores logros; porque nos ha tocado torear al miura sin capote y, por eso, creo que ninguno de los integrantes de los Equipos Técnicos de los G.A.L., mis compañeros de fatigas, me desmentirá cuando afirmo que, este proyecto didáctico que hoy se presenta, es necesario y es imprescindible ponerlo en marcha; ya que, a día de hoy, no sólo se necesitan más manos para este quehacer que es toda una responsabilidad, sino que éstas sepan, al menos de forma teórica, con qué tácticas innovadoras se cuenta para ser aún más eficientes… la experiencia ya la aportamos nosotros.
De todos modos, hay que ser conscientes de que no se puede revertir un proceso tan arraigado como es la despoblación, en un año, ni en una legislatura, ni en dos,… ni, por lo visto, en 30 años. Desde la década de 1970, la emigración comenzó a diezmar selectivamente la población rural y, sinceramente, creemos que la única salvación no es atraer nuevos pobladores que crean que la vida en los pueblos es, simplemente, guay, un remanso de paz y amor, que cada soplo de aire huele a rosas, que con 3 gallinas y un huerto de lechugas se pueden hacer finanzas y hasta negocios de exportación, que pasear por el monte es suficiente para llenar la necesidad de ocio y esparcimiento, que las sombras de cobertura digital son un mito,… y que los lugareños en pleno siglo XXI siguen “calzando boina” y hay que cambiarles de cabo a rabo y poner patas arriba su convivencia consuetudinaria porque no han visto el mundo más que por un agujerito… Creo firmemente que es precisamente para desliar este nudo gordiano, donde más se necesita el apoyo de personas una lucha real y no de película, como, infaustamente, ya estamos comprobando, sin ir más lejos, en nuestro entorno.
Metafóricamente hablando, es obvio que la voluntad, la ilusión y el esfuerzo en un enfermo, a esta sazón el territorio rural, son una gran ayuda para su recuperación. Las medicinas por si solas no son suficientes (por buenas que sean las estrategias aplicables). El enfermo tiene también que poner de su parte y, sobre todo, dejarse aconsejar por el especialista que tiene que ser docto en la materia… las facultades innatas de curanderos ya no sirven. No es tiempo de poner cataplasmas, sino de que un buen equipo de cirujanos con experiencia (Administraciones y G.A.L.S), decididamente por lo sano y que, por descontado, se logre la colaboración del enfermo, convencido por nuevos auxiliares preparados, ex profeso, para esta labor.
Consideramos que hay que poner en marcha una estrategia combinada en todos los frentes posibles (económico, social, cultural,…) que arraigue a los naturales a su tierra -porque nadie mejor que ellos conoce y abarca la complejidad de sus pros y sus contras- y, hacer ese acompañamiento, tutorizar el proceso, debe llevarse a cabo tanto por agentes con experiencia -que es un punto porque la necesidad nos ha hecho maestros- pero también se necesita mediadores formados ad hoc.
El panorama no es color de rosa… más bien, gris, tirando a oscuro. Pero, a pesar de que en algunos de los municipios tilenensesi, se ha perdido casi el 75% del censo que se llegó a alcanzar a mediados del siglo pasado (el cómputo total de las 144 localidades que componen Montañas del Teleno, ha pasado de 49.031 habitantes en 1950 a 12.779 según datos INE a 1/01/2025 ), aún quedan valiosos recursos humanos con ilusión y ganas de vivir, emprender y trabajar “por, para y en” el mundo rural y, es por ellos, por esos brotes tiernos que salen del que parece un “olmo seco”, por quienes hemos luchado y debemos seguir luchando los G.A.L. La trayectoria, de más de 30 años, muestra que, a pesar de las debilidades del territorio, existen recurso y estamos preparados para afrontar las amenazas derivadas de una estructura socioeconómica contraria a los intereses rurales a la que se suman coyunturas adversas y cambiantes; pero,también es cierto que, dada la versatilidad del problema y su incierta evolución, es eficaz incorporar, como apoyo, sabia nueva para movilizar más y mejor los recursos y aprovechar las oportunidades en este “río revuelto”.
Ana Fe Astorga González. Gerente de Montañas del Teleno (León)
i Tilenense es un término acuñado por el Grupo de Acción Local como topónimo del territorio formado por los 23 Ayuntamientos del entorno de la Sierra del Teleno y, también, gentilicio de sus habitantes como estrategia para unir a la comunidad y fomentar el arraigo y el sentido de pertenencia.